Plaça de la Rosa dels vents.
LA BARCELONETA.
Hay cosas que pasan en un momento de la vida y esperas que el momento y las imágenes que viviste te acompañen para siempre igual que la persona con quien las disfrutaste.
No hagas planes para el domingo que celebraremos nuestro aniversario, ¡20 años nada menos!. Ahí ya sabía que algo estaba preparado pero, en ningún momento pensé en lo que iba a vivir.
El domingo en cuestión me levanto de dormir a mediodía (trabajo de noche) y mientras me hacía la comida tenía una mosca revoloteando.
-¿Qué te pasa?, ¿qué haremos?.
Bueno, te lo voy a explicar, no vamos a dormir en casa.
-¿Cómo?¿Dónde?
-¿A qué hotel irías a dormir si te dejaran escoger?.
-¡Al Vela!
-¡Pues a este vamos! (madre mía, cómo me conoce).
Te lo digo antes por si te quieres preparar (ya te digo que me conoce). No me puedo presentar ante tal vista sin trípode.
Llegamos al Hotel W e hicimos el check in en la recepción. La recepción está situada en el cubo de la estructura y es una gran claraboya. De allí subimos a nuestra habitación situada en la planta 22.
El primer impacto es al salir del ascensor. Te encuentras con una pared de cristal en dirección oeste y un pasillo en tono ocre-rojo con habitaciones a ambos lados.
La habitación nuestra era la Fabulous Room, con las mejores vistas que uno puede imaginar.
El momento de entrar en la habitación es un momento impactante. No puedes mirar a otro sitio más que a la pared acristalada que se abre delante.
Pasó bastante rato hasta que nos hicimos con el resto de la habitación. El cristal que hay a la izquierda reflejando el mar aumenta la sensación que vives al verlo por primera vez.
Llegamos cuando se estaba poniendo el sol (era el primer día del cambio de hora y no contamos con ello). Aconsejable ir antes, claro.
Delante de la pared acristalada había un gran sofá con cojines que invita a recrearse, dejando pasar el tiempo y viendo como el skyline de la ciudad se transforma con los cambios de luz.
La cama está en medio de la habitación de 40 mts2. Comodísima y enorme. Detrás de la cama hay una mesa larga a modo de escritorio.
La iluminación es muy bonita con diferentes opciones. Si os fijáis hay una ambiental que ilumina tenuemente debajo de la cama y otros puntos de la habitación. Hay también una luz detrás de la cama que puede ponerse con el color que tu elijas.
Y pasó la noche. No quise cerrar las cortinas, de hecho, ¡no quería dormirme! Desde la cama no podía dejar de mirar el gran cuadro de la ventana.
Pero, me dormí. Durante la noche me desperté un par de veces y abrí los ojos para ver la vista, no me podía creer que estuviera allí.
Nos despertamos con el amanecer. No nos costó nada hacerlo, no nos lo queríamos perder.
Bajamos al Hall para desayunar. El Hall es un sitio abierto donde otra vez la vista va en dirección al exterior. El restaurante está situado justo antes de salir a la zona de piscina y terraza, el Wet Bar. Justo el día anterior cerraron la temporada de terrazas. Esta terraza está abierta también para los que no están alojados en el hotel a partir de una hora determinada de la tarde.
El desayuno es tipo buffet frío. Hay la posibilidad de escoger cosas calientes de una carta pagando algo más. Aunque las cosas son de primera calidad creo que no está a la altura del resto del hotel. Tomamos zumo natural de naranja, panecillos con salmón ahumado y embutidos, algún croissant y fruta cortada.
Y con esta experiencia salimos del hotel y fuimos a la parte de atrás para despedirnos. La plaza es un mirador muy bonito y tranquilo. Un sitio donde dejar pasar el tiempo y disfrutar del mar.
En la planta 26 está el Eclipse, un bar, discoteca por la noche. Es visible desde el exterior por los cambios de luz. No subimos, preferí disfrutar del espectáculo visual con tranquilidad, con el pijama puesto y con la comodidad de los sofás y la cama. A este espacio se tiene acceso aún sin estar alojado. Se sube desde el Hall con acceso directo en el ascensor que hay situado al lado de la tienda.
He encontrado esta página de facebook donde anuncian las actuaciones y el teléfono para hacerla reserva.
Fué un cuento de una noche de otoño que espero poder repetir en otra ocasión.
Muchas gracias por hacerme sentir princesa por un día.
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Barcelona, España